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LEYENDA DE ORO.

TOMO SEGUNDO.

NOTA.-Los índices particulares de cada tomo, y el índice

general alfabético se hallarán al fin de la obra.

LEYENDA DE ORO

PARA CADA DIA DEL AÑO.

VIDAS DE TODOS LOS SANTOS QUE VENERA LA IGLESIA.

OBRA QUE COMPRENDE

todo el Ribadeneyra mejorado, las noticias dal Croisset, Butler, Godescard, etc., que faltan en aquel;

las vidas de millares de santos de que no hablan dichos autores, y que están comprendidos en el Martirologio romano, que se inserta íntegro
con sus adiciones mas recientes; y un vocabulario general alfabético de todos los santos, con remision al dia del ano

en que se encuentra su vida:

OBRA NECESARIA

PARA EL PASTO ESPIRITUAL DE LOS FIELES QUE ANHELAN SABER LAS CIRCUNSTANCIAS DE LA VIDA Y VIRTUDES DE SUS
PATRONOS, Y PARA LOS SEÑORES CURAS PARROCOS A FIN DE SABER LOS NOMBRES QUE PUEDEN ADMITIR
EN LAS PILAS BAUTISMALES.

LA REVISA

EL REVERENDO DOCTOR DON JOSÉ PALAU,

CATEDRÁTICO DE SAGRADA ESCRITURA,

Y SE PUBLICA CON LA APROBACION Y BAJO LOS AUSPICIOS

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Exmo, é Ilmo. D. Pedro Martinez de San Martin,
Obispo de Barcelona.

Va adornada con la coleccion de láminas abiertas en acero, mas admirable y costosa salida á luz hasta el dia,
DIGNA DE PONERSE EN MARCOS DE ORO,

grabada por los mejores artistas de Europa, y publicada en París por el editor francés de la Biblia.

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SAN HUGON, OBISPO Y CONFESOR.-Fué san Hugon de nacion francés, y nació en la provincia del Delfinado, en un pueblo, que se llamaba Castronio cerca de la ciudad de Valencia. Sus padres fueron nobles, y virtuosos. El padre se llamaba Odilon: el cual siendo soldado, fué tenido por hombre verdadero y honesto; porque por ninguna cosa se apartaba de la verdad: y habiendo sido casado dos veces, no conoció otra mujer, sino las suyas. Siendo ya viejo, olvidado de su edad y del regalo de su casa, con gran fervor se abrazó con la áspera y rigurosa vida de la Cartuja, que, siendo su hijo obispo, comenzó, y en ella vivió diez y ocho años, con tan raro ejemplo de humildad y perfeccion, que los otros monjes le miraban como un vivo retrato de toda religion y virtud. En esta vida acabó santamente, siendo de edad de cien años, el padre de Hugon. Y la madre, deseando imitar á su marido, y dejarlo todo, no lo hizo por consejo de Hugon, su hijo; antes se quedó en su casa, criando á los demás hijos que tenia, en el temor del Señor, y gastando el tiempo en oraciones y ayunos, y la hacienda en remediar á los pobres, y en otras santas obras. Al padre y á la madre asistió el santo hijo á la hora de su muerte, y les administró los santos sacramentos, y dió á sus cuerpos sepultura. Estando su madre preñada de él, tuvo una vision en sueños. Parecíale que habia parido un niño muy gracioso y hermoso, y que el apóstol san Pedro, y otros santos le tomaban, y

llevaban al cielo, y le presentaban ante el acatamiento del Señor. Con esta vision la madre de Hugon quedó muy consolada, y cuando le parió le crió con mayor ciudado, y en siendo de edad le aplicó al estudio; y él se dió tan de veras á él, que despues salió de su casa, y anduvo por otras tierras y universidades, para aprender mas perfectamente las ciencias, pasando algunas veces mucha pobreza y necesidad, por ser de suyo muy modesto, y vergonzoso, y encogido, y enemigo de pedir nada á nadie. Volvió á Valencia, su patria,

y

allí alcanzó una canongía, y dió tan buen ejemplo, y ganó tanto la voluntad de todos, que viniendo por legado del sumo pontifice Gregorio VII un cardenal, llamado tambien Hugon, como él, le rogó que le acompañase y le siguiese en aquella legacion, por las buenas nuevas que habia hallado de su virtud, nobleza, letras y generosas costumbres y nuestro Hugon lo hizo, y su trabajo fué no de poco provecho al legado, el cual le llevó consigo á Aviñon. Estando allí celebrando un concilio provincial, vinieron á él los canónigos de Granoble, y suplicáronle con mucha instancia, que les diese por obispo á nuestro Hugon para su Iglesia catedral, que estaba sin pastor, por las grandes partes que sabian tenia, para llevar sobre si aquella gloria de Dios, y bien de sus ovejas. El legado se holgó mucho con esta demanda, así por lo que queria y estimaba á Hugon; como por el provecho que esperaba, que por su medio habia de resultar á aquella Iglesia. Propúsolo á Hugon; él se excusó, alegando su poca edad, que no te

y

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