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nes la abriesen. Hizose así; y las puertas de la iglesia estuvieron cerradas á las voces de los herejes, y se abrieron de par en par, en oyendo las de los católicos, que en nombre de la santísima Trinidad se les mandaban, como si no fueran voces de hombres, sino truenos del cielo. Así lo escribe Anfiloquio en la vida de san Basilio.

15 Persiguiendo Justina emperatriz, madre del emperador Valentiniano el mozo, como hereje arriano que era, á san Ambrosio y á los otros católicos de la Iglesia de Milan; para confusion y enfrenamiento de la mala emperatriz, en aquel mismo tiempo reveló Dios á san Ambrosio los cuerpos de Gervasio y Protasio, mártires, los cuales hicieron grandes milagros en confirmacion de la fé, que enseñaba san Ambrosio, como él mismo lo escribe en un sermon que hace de la invencion de los cuerpos de estos santos, y san Agustin, que á la sazon estaba en Milan, en el lib. 9 de sus Confesiones, cap. 7.

16 Pues¿qué diré, de lo que sucedió en la persecucion vandálica? En la cual siendo los santos mártires atormentados por la confesion de la santísima Trinidad tan crudamente, que todas las entrañas, y huesos de sus cuerpos se descubrian, luego al dia siguiente se hallaban tan sanos, y robustos, como si nunca tal hubieran padecido; y habiendo cortado de raiz las lenguas á algunos de ellos, hablaban tan sueltamente sin lengua, como si la tuvieran sana y muy entera.

17 Victor Uticense, que escribió aquella persecucion, es autor de ello, en el primero y tercero libro y san Gregorio Magno hace mencion del milagro de las lenguas y dice, que él habló con un obispo viejo, el cual habia oido hablar á uno de aquellos mártires sin lengua, como si la

tuviera.

18 El mismo san Gregorio papa cuenta tres milagros, que sucedieron en su mismo tiempo: el primero en la ciudad de Espoleto, donde querien do los herejes arrianos tomar por fuerza una iglesia á los católicos; ellos, para defenderla, la cerraron, y mataron todas las lámparas. Vino el obispo hereje, acompañado de su gente armada, para romper las puertas, las cuales de suyo se abrieron, y las lámparas con la luz del cielo se encendieron, y el obispo quedó ciego, y todos los que le acompañaban, temblando de espanto y confusion. El segundo acaeció al mismo san Gregorio; porque consagrando en Roma, al uso católico, una iglesia de santa Agueda, que habia sido antes de herejes arrianos, el demonio salió de ella visiblemente en figura de un cuerpo horrible y espantoso. El tercero es de las lumbres que se vieron resplandecer, y los cantares de ángeles que se oyeron sobre el cuerpo de san Hermenegildo, gloriosísimo príncipe de las Españas, cuando el impío Leovigildo, su padre, por la confesion de la santísima Trinidad le hizo matar.

19 Gregorio Turonense cuenta, que en el tiempo de la persecucion de los vándalos, san Eugenio y otros santos obispos católicos hacian muchos y muy grandes milagros en confirmacion de la fé de la santísima Trinidad que ellos predi

caban, y que un obispo hereje, llamado Cirola, movido de ambicion y envidia, dió cincuenta ducados á un hombre de su secta y se concertó con él, que un dia, pasando el pbispo por la plaza, cuando hubiese mas concurso de gente, se fingiese ciego y á grandes voces le suplicase, que para manifestar su gran santidad, y la verdad de la fé, que les enseñaba, le restituyese la vista, como habia hecho a otros muchos ciegos, y le hiciese á él particionero de la salud que habia dado á tantos otros enfermos. Hizolo así; y el que antes veía, quedó del todo ciego, luego que el obispo puso sobre sus ojos la manos, y á grandes gritos descubrió la maldad del obispo; y alumbrado de Dios en el alma, se convirtió á la fé católica, y por ella recibió despues tambien la del cuerpo.

20 El mismo san Gregorio escribe, que á otro obispo, asimismo hereje arriano, sucedió lo mismo en España, en presencia del rey Leovigildo, el cual por aquel milagro, y por el arrepentimiento que tuvo de haber mandado matar á su hijo el príncipe Hermenegildo, comenzó á aflojar en la persecucion contra los católicos. Estando otro obispo arriano, llamado Olimpo, en un baño, y blasfemando de la santísima Trinidad, vinieron tres rayos del cielo visiblemente, y le quemaron é hicieron ceniza.

21 Y á otro obispo, por nombre Barbas, que bautizando á uno de su secta, usó de otra forma y palabras, de las que usa la santa Iglesia católica, luego desapareció el agua, que habia traido para echar sobre la cabeza del que queria recibir el bautismo, el cual por este milagro se convirtió á nuestra santa fé. Todos estos milagros, y otros muchos escriben los autores que habemos citado, que son gravísimos, y antiquísimos, dignos de todo crédito y veneracion. Obrólos el Señor para confirmacion y establecimiento de nuestra fé, y del misterio de la santísima Trinidad; pero todos ellos y todos los demás, que el Señor ha obrado, no son para rendir el corazon humano, si primero no fuere esclarecido é ilustrado con la lumbre de la fé, la cual, como dijimos, en esta navegacion ha de ser nuestro norte y nuestra guia, y carta de marear, si queremos llegar al puerto de la bienaventuranza, y ver cara á cara lo que ahora creefé: y así dice san Bernardo : « Preguntará alguno: ¿Cómo puede ser, lo que la fé católica confiesa de este misterio? A este tal bástale creer que es así, no porque sea evidente á la razon ni dudoso á la opinion, sino porque la fé así lo enseña y persuade. Este Sacramento es grande; pero mas para ser reverenciado que no para ser escudriñado. Cómo hay trinidad en unidad, y unidad en trinidad, escudriñarlo es temerario ; creerlo, piadoso; conocerlo, vida y vida eterna, y bienaventurada. » Estas son palabras de san Bernardo. El Señor por su misericordia nos haga particioneros de ella, para que veamos con claridad, lo ahora creemos, que y vemos por sombras fiy guras. Amen.

mos

por

SS. CORPUS CHRISTI.

1 Así como el santísimo Sacramento del altar es el mayor, y mas alto y excelente de todos los sacramentos, que Cristo nuestro Salvador dejó á su Iglesia, como instrumentos de su gracia; así para que nos sea de provecho, es necesario, que todos reconozcamos, y agradezcamos este sumo, é incomparable beneficio del Señor, y tratemos los divinos misterios, que en él se encierran, con mayor acatamiento, reverencia y devocion. En los otros sacramentos se da gracia, á los que dignamente los reciben; en este está la fuente de la misma gracia, real y verdaderamente, y así se comunica con mayor copia y abundancia. Los otros son dones de Dios; y este es el mismo Dios, y el autor de todos los sacramentos y de todo nuestro bien. Los otros son medios para llegar á Dios; mas este es fin de todos: porque toda la santidad, que causan los otros, es una disposicion para llegar con mas pureza á recibir la Eucaristía: y por esto el gran Dionisio Areopagita le llama «Sacramento perfectivo y consumativo; » porque es perfeccion y cumplimiento de los demás. Pues si cual quiera de los otros sacramentos nos pide agradecimiento, amor y reverencia; ¿cuánto mayor le pedirá este, que es sacramento de los sacramentos, y la fuente, de donde todos ellos manan? Ce lebra la Iglesia católica su festividad el primer jueves despues de la octava de la Pascua del Espíritu santo; porque aunque Cristo nuestro Señor le instituyó el jueves de la Cena, al tiempo que iba á morir, y derramar su preciosa sangre por el mundo perdido (para mostrar en el fin de la vida aquel amor tan excesivo con que nos amaba, y aquella inmensa y encendida caridad, que ardia y abrasaba su divinal pecho); mas porque la santa Iglesia aquellos dias está ocupada en celebrar, y llorar la pasion del Señor, fué conveniente tras pasar á otro tiempo mas oportuno la conmemoracion del beneficio de esta divina institucion, para celebrarla con la debida solemnidad, regocijo y alegría y para esto señaló el jueves que habemos dicho despues de la venida del Espíritu santo, que fué el dia, en que alumbró á los fieles y les declaró la alteza de este soberano misterio, y los inflamó, para que cada dia comulgasen y le recibiesen. Mas para tratar de este misterio, y de la fiesta que hoy celebra la Iglesia, no sé donde debo comenzar, ni si debo hablar: porque por una parte el callar parece ingratitud, y poco conocimiento de un beneficio tan inestimable, y de aquella infinita bondad de Dios, que por él así se nos comunicó; y por otra veo, que no hay lengua, no solo de hombres, sino de ángeles, que le pueda declarar, y la admiracion de él deberia enmudecer nuestra lengua y robar nuestros sentidos, y entendimientos, para que callando y reverenciándole con un casto silencio, hablemos mejor de él: pues por mucho que hablemos, no le podemos bastantemente explicar. Pero, pues la fiesta de hoy nos convida y aun obliga á entrar en este golfo inmenso y sin suelo, de la divina magnificencia y bon

dad; supliquemos al Señor, que él nos guie en esta navegacion, y nos dé palabras con que podamos decir algo de este sacrosanto misterio para gloria suya, y edificacion y provecho de los que lo leyeren.

2 Lo que la fé católica acerca de este misterio nos enseña, es, que por virtud de las palabras que cuando consagra, dice el legítimo ministro de este sacramento (que es solo el sacerdote), y son, las que dijo Cristo nuestro Señor en la última cena, cuando le instituyó; el pan ( que ha de ser de trigo y no de otra materia) se convierte en el verdadero y real cuerpo de Cristo nuestro Redentor; y el vino (que asimismo ha de ser de uvas) se convierte en su preciosísima sangre. Y porque el cuerpo de Cristo es vivo, y tiene sangre y alma, está unido con su divinidad, y la sangre no está apartada, sino en su bendito cuerpo; todo Cristo, Dios y Hombre está en la hostia, y todo está en el cáliz despues de la consagracion: de suerte, que el que recibe la hostia, recibe el cuerpo y la sangre; y el que toma el cáliz, recibe la sangre y cuerpo del Señor; porque todo entero y perfectamente está debajo de cualquiera de las dos especies sacramentales de pan y de vino. Y no recibe menos el lego, cuando comulga con solo la hostia, que el sacerdote con la hostia, y con el cáliz; porque en la hostia está el cuerpo y juntamente la sangre; y en el cáliz la sangre y el cuerpo del Señor; aunque para declararnos, que la sangre de Cristo se vertió en la cruz y se apartó de su cuerpo, se ofrece en este santo_sacrificio el cuerpo por sí, y la sangre por sí. Enséñanos mas la fé, que de tal manera se convierte la substancia del pan en la substancia del cuerpo, y la substancia del vino en la substancia de la san

gre de Cristo, que no queda en la hostia parte alguna de la substancia de pan ni en el cáliz parte alguna de la substancia de vino, despues de la consagracion; porqué toda la substancia del pan y del vino se mudan y convierten en la substancia de la carne y sangre del Señor y para significarnos esta total conversion, la Haman los santos doctores y concilios, « Transubstanciacion; » que quiere decir, mudanza de una substancia en otra substancia; porque toda una substancia se convierte en otra substancia, por virtud de aquel Señor, que de nada crió los cielos y la tierra, y todo lo criado (que es mas que mudar una substancia en otra), y es, el que por virtud del calor natural en pocos dias convierte el pan y vino, que comemos y bebemos, en la substancia de nuestros cuerpos.

3 De esta transubstanciacion se sigue otra maravilla, que los accidentes del pan y del vino, que llaman especies sacramentales, como son, la cantidad, el color, el olor y el sabor, se quedan sin sugeto; y con ser accidentes, sustentan y hacen en los que los reciben los mismos efectos, que hiciera la substancia del pan y del vino antes de la consagracion, que son cosas milagrosas: y asimismo lo es, que todo Cristo esté en la host a pequeña, no menos que en la grande; porque está sacramentalmente y nó como en lugar: y que esté en

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