PRIVILEGIO. REPUBLICA DE VENEZUELA. NICOMEDES ZULOAGA, GOBERNADOR, JEFE SUPERIOR POLITICO DE LA PROVICIA. Hago saber que el Sr. José Antonio Diaz se ha presentado ante mĺ reclamando el derecho exclusivo para imprimir, publicar y vender, una obra de su propiedad, bajo el título de EL AGRICULTOR VENEZOLANO, 6 LECCIONES DE Agricultura PRACTICA NACIONAL; y que habiendo prestado el juramento requerido, lo pongo por esta patente en posesion del privilegio que concede la ley de 8 de Abril de 1853 sobre propiedad de las producciones literarias, teniendo él por todo el tiempo de su vida, y por catorce años despues, la viuda ó hijos que pueda dejar á su fallecimiento el derecho exclusivo de imprimir, gravar y reproducir de cualquiera otra manera semejante, la expresada obra, pudiendo ellos solos publicarla, venderla y distribuirla por la primera vez y respecto de cada edicion ó publicacion, todo de conformidad con el artículo 1.o de la citada ley.—Dado y firmado de mi mano, sellado y refrendado por el Secretario de esta Gobernacion en Carácas, á nueve de Julio de mil ochocientos sesenta y uno. NICOMEDES ZULOAGA. El Secretario, Nicolas D. Delgado. VENEZOLANO, LECCIONES DE AGRICULTURA PRACTICA NACIONAL. POR JOSE A. DIAZ. CARACAS. IMPRENTA NACIONAL DE M. DE BRICENO. 1861. ORIGEN DE ESTE ESCRITO. EL año pasado de 1858 fuí invitado por los Directores del Colegio de Santo Tomas, establecido en Carácas, á regentar una clase de agricultura que deseaban establecer. Mi decidida inclinacion á esta profesion, en que me he ocupado por mas de treinta años, y algunas apuntaciones que habia hecho en este espacio de tiempo, me facilitaban el desempeño de la clase, y al mismo tiempo era un motivo para ordenar aquellos apuntes y formar una cartilla que demostrase las ventajas del arte, practicado con economía y contraccion, condolido de la poca estimacion que las demas profesiones, especialmente la de comerciantes, tienen por el gremio de agricultores, y en parte con motivo. Porque si son nuestros peones, jornaleros ó colonos, viven casi en la miseria, la mayor parte, por su disipacion y falta del noble orgullo de vivir de sus propios recursos. Si son los propietarios, casi siempre alcanzados en sus rentas, por la falta de asistencia personal en sus campos, entregándolos á manos mercenarias y mal pagadas generalmente. ¿Qué estímulo, qué lealtad puede esperarse de un hombre encargado de cuidar y fomentar una hacienda, con la sola recompensa de no dejarlo morir de hambre; que no tenga la esperanza de que su trabajo mejore su fortuna en proporcion á sus esfuerzos ? ESTOS motivos me decidieron á aceptar el magisterio de la escuela, proponiéndome, no solamente descubrir á la juventud los tesoros de nuestro suelo, y el modo de explotarlo, para que mis alumnos á su vez, hiciesen despues lo mismo; sino dejar en nuestras lecciones un escrito que hiciese prosélitos al campo, y si no para hoy |